miércoles, 28 de mayo de 2014

El espectador de cine de hoy

El espectador de hoy se ha cansado ya de mega producciones para películas de acción donde superhéroes o monstruos gigantes luchan entre sí, o contra la ciudad. Están cansados de fantasías típicas y poco verosímiles, un género que aún podría tenerse en cuenta salvado solo por los escritores.
Está cansado el espectador de hoy en día de no verse en una película identificado por ninguno de los personajes, no puede verse en un mundo normal y corriente puesto que estos términos están muy infravalorados en Hollywood donde todos los personajes son o ricos o han heredado una gran suma de dinero que los hace invulnerables a cualquier posible fallo de guion en el que saliese el personaje con una casa inmensa o en un deportivo. Mientras, el sujeto medio que va aún al cine a ver alguna película se digna a ir en zapatillas de deporte en un coche en el que con suerte llega en reserva sin gasolina a la siguiente estación de servicio.
Ya no hay en pantalla películas familiares y acogedoras donde se pueda ver una estela realista de la situación que se vive hoy. No se habla de crisis, no se habla de oportunidad, se busca ensalzar la criatura de un héroe y haciendo esto se desmitifica todo y cada uno de ellos, incluídos los argumentos por los que el personaje tiene que luchar y defenderse. No veremos a héroes deprimidos no por amor si no por falta de valoración personal ni veremos monstruos reflexivos porque "no le va al personaje" a pesar de que esto pueda ser más realista aún si cabe.
Si es que ya lo decía la sabiduría popular, la realidad supera la ficción y si algún día viene Gojira a destrozar la ciudad entera, yo antes de mandar una oleada de ejércitos a acabar con el monstruo me preguntaría qué le pasa, por qué hace eso, qué le impulsa dirigirse a una ciudad y qué le motiva provocar tanto destrozo.

Todo esto mientras el gigante reptil llora en pantalla porque ha tenido una baja acogida. Claro, si los productores de Hollywood están tan hartos de apostar por lo seguro no me extraña que luego lloren entre sus millones. Pero si hay algo les falla a todos ellos, desde el más pulcro guionista hasta la última voz de una producción es: originalidad.

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